
El Museo Nacional de México guarda como una de sus más preciadas joyas la Piedra del Sol, el calendario azteca que estuvo religiosamente guardado en la base de la torre occidental de la catedral de México.
Estamos en el Nuevo Mundo, separado del viejo conglomerado continental y cultural por inmensos océanos, barrera infranqueable para un tráfico tal que permitiese una interacción cultural entre ambos mundos. Sin embargo vemos cómo los grandes fenómenos culturales se repiten, entre ellos las prácticas religiosas, políticas y sociales; algunas técnicas incluso, y muchos conocimientos especulativos.
La historia de los calendarios en el continente americano se parece notablemente a la de los calendarios y almanaques de los conglomerados culturales mediterráneo y asiático. Según los mitos aztecas fue el dios Quetzalcoatl el que enseñó al hombre el calendario, al mismo tiempo que la agricultura, las técnicas y las ciencias. También en las culturas precolombinas de centroamérica, de las que nos quedan numerosas referencias y vestigios, el calendario es la más elaborada expresión de las creencias, conocimientos y costumbres. Leer sus calendarios es como leer en clave sus libros sagrados, sus credos y sus fiestas; es como un escaparate de sus cultos y culturas. Cuando llegaron los españoles al Nuevo Mundo, algunas de las culturas con las que entraron en contacto estaban en su máximo apogeo: Centroamérica parecía, al igual que Egipto y Mesopotamia, la encrucijada de las grandes culturas del continente, el crisol en que éstas se fundían, conservándose lo mejor de cada una de ellas. Los calendarios de la zona son un fiel reflejo de ese esplendor y de esa síntesis cultural. Los mayas del Yucatán, los nahoas y los aztecas son los pueblos cuya cultura se impuso.
EL CALENDARIO DEL SOL
El pueblo azteca daba gran importancia al tiempo, que era registrado en dos calendarios: el de 365 dias, xihuitl, que era el solar y o agricola, compuesto por 18 meses de 20 dias, mas cinco dias "inutiles" o "aciagos"; y la cuenta de los destinos de 260 dias, llamada tonalpohualli, que tenia mas bien caracter adivinatorio.
Este esta divido en 13 meses de 20 dias cada uno. Cada dia tiene un nombre y se combina rotando con un nmero del 1 al 13, hasta completar los 260 dias (13 veces 20=260). Cada dia con su numeral tiene una carga energetica que lo conecta con la fuerza del cosmos, y esta bajo la proteccion de un dios, se relaciona a un rumbo del universo y a un color, y tiene un augurio asociado.

El pueblo azteca daba gran importancia al tiempo, que era registrado en dos calendarios: el de 365 dias, xihuitl, que era el solar y o agricola, compuesto por 18 meses de 20 dias, mas cinco dias "inutiles" o "aciagos"; y la cuenta de los destinos de 260 dias, llamada tonalpohualli, que tenia mas bien caracter adivinatorio.
Este esta divido en 13 meses de 20 dias cada uno. Cada dia tiene un nombre y se combina rotando con un nmero del 1 al 13, hasta completar los 260 dias (13 veces 20=260). Cada dia con su numeral tiene una carga energetica que lo conecta con la fuerza del cosmos, y esta bajo la proteccion de un dios, se relaciona a un rumbo del universo y a un color, y tiene un augurio asociado.
Los aztecas dividian el calendario solar en 5 periodos de 73 dias, especie de estaciones a los que llamaban cocij: cocij cogaa, era el tiempo del agua y del viento simbolizado por el cocodrilo; cocij col lapa era el tiempo de las cosechas, representado por el maiz; cocij piye chij, era el tiempo santo o de fiesta, representado por el aguila o el guerrero; cocij piye cogaa, tiempo de secas e inicio del calendario; cocij yoocho, tiempo de las enfermedades y las miserias, representadas por el